Páginas

Panamá



Ciudad de Panamá, sin dudas la mas linda y moderna de centro américa ...




Portobello













Detrás de la palmera, allá a lo lejos, se ve anclado y pacífico el velero que nos llevó hasta éstas islas paradisíacas, en su mayoría vírgenes y rodeadas de un mar de ensueño, pero no todo fue tan pacífico ni de ensueño en esta aventura ...
Me había quedado solo después de compartir unos días con Cyrus y Cristian (de Venezuela). No hice mucho  desde que se fueron, mas que dar vueltas por la ciudad averiguando para ir a Colombia, país que deseaba mucho conocer. Mi idea era ir por mar, así que me puse a averiguar en diferentes agencias y hoteles para informarme sobre el tema. 
Encontré en un hostel un velero que salía el miércoles, pero teníamos que ser cinco y solo yo me había anotado ... Igualmente le dejé mi número de contacto y al otro día me llamaron para informarme que ése no salía, pero que había otro velero que salía el martes desde Portobello. Así que me fui en micro hasta un pueblo cerca de Colón y de ahí me tomé otro micro hasta mi destino donde me encontraría con el capitán y el resto de la tripulación. Fue en esa parada que conocí a una chica japonesa, Yuriko. Nos miramos enseguida, ya que eramos los únicos foráneos y nos pusimos a hablar. Al preguntarnos donde íbamos y que haríamos ahí, nos dimos cuenta que compartiríamos el viaje hasta Colombia ! 
Apenas llegamos a Portobello, buscamos un teléfono y llamamos a Marco, el capitán. Nos encontramos en la iglesia del pueblo y en su camioneta nos llevó hasta su casa en la montaña. Ahí conocimos a Leticia y Emma, dos chicas francesas que vendrían con nosotros. Marco nos dijo que podíamos pasar la noche en la casa de él y que al otro día por la mañana zarparíamos ...
Me fui con Yuriko a comer a un restaurante que encontramos abierto. Mientras almorzábamos llegaron una pareja de holandeses, Tjeerd y Caroline, acompañados por un japonés, Hideo. Ellos también vendrían en el velero. Se sentaron con nosotros. Mas tarde conocimos a Giancarlo, un italiano de Catania, con quién mas tarde nos disputaríamos el amor de Leticia ...
Una vez que terminamos de comer, me fui con Yuriko a dar una vuelta por el pueblo. Era realmente pequeño, pero pintoresco. Rodeado de colinas con mucho verde. Las calles eran de tierra y las edificaciones humildes. Caminamos hasta el mar y desde un muelle de madera contemplamos la grande y bonita bahía. A lo lejos vimos varios veleros anclados y pensábamos en cual sería el nuestro ...
Disfrutamos del atardecer para después volver a la casa de Marco. Por la noche habíamos pactado una reunión en donde el capitán y su amigo Luí (también canadiense de Quebec) nos informarían los detalles del viaje y lo que necesitaríamos comprar para cubrir las necesidades durante el mismo, que al final solucionamos haciendo una "vaquita" entre todos y terminamos comprando muchísimo mas de lo que consumimos...
Una vez finalizada la reunión nos fuimos a comer todos juntos a un puestito que había muy cerca de donde hicimos la reunión. Por suerte todos los chicos tenían buena predisposición y terminamos haciendo buena onda entre todos! 
Al otro día nos levantamos temprano. Al poco tiempo llegaron otras dos chicas francesas que también vendrían con nosotros pero solo hasta las islas de San Blas. 
Zarpamos un poco antes del mediodía. Demoramos bastante en llevar hasta el velero la comida, que era mucha, todas las mochilas, que no eran pocas e ir nosotros que eramos muchos, muchísimos para lo chico que era el velero. Ademas la lancha en donde íbamos y que llevamos de remolque estaba pinchada ... por suerte había un inflador ! 
Empezamos nuestro viaje hacia Isla Grande que duraría unas cuatro horas. El cielo estaba despejado, el sol a pleno y con una mar tranquila, todo hacía presagiar que disfrutaríamos del viaje. A nuestra derecha un paisaje frondoso y montañoso bordeaba la costa.  A medida que nos alejábamos de la costa, la mar empezó a agitarse y empezaron a haber olas que cada vez se hacían mas grandes. El velero empezó a tambalearse y para quienes no estábamos acostumbrados a esos trajines, los mareos y las náuseas empezaron a hacer mella. Ésto sin saberlo, sería un anticipo de los que nos esperaba ... 
Llegamos a Isla grande a la tardecita. Una bahía grande y muy linda, también rodeada por colinas frondosas. Anclamos y nos fuimos en la lancha hasta un parador que había en el muelle. Nos tomamos algo mientras disfrutábamos de la vista y de la tierra firme ...  Yo al rato salí a dar una vuelta por el pueblo, muy chico, en realidad había apenas unas hileras de casas y detrás de éstas todo bosque. Muy lindo. También se veían otras islas a lo lejos. Por la noche volvimos al velero. Éramos 12 personas en total y el velero no tenía capacidad para mas de 6 o 7 ... con lo cual por momentos hablábamos entre nosotros por el hecho de que no habría lugar para todos, pero bueno, ahí estábamos y nos la teníamos que arreglar como se pudiese! 
A mi me toco dormir en un sillón del "comedor". Éste era mas angosto que el ancho de mi cuerpo, con lo cual, con los vaivenes del velero, de un lado me contenía el respaldo y del otro no me quedaba otra que evitar la caída sosteniéndome de la mesa que quedaba justo enfrente de mi cara ... Se hizo muy duro dormir ... casi que no lo logré ...
Pero no importaba, la idea de viajar por el caribe en un velero hacía que eso pasase a un segundo plano. 
Al otro día, por la mañana temprano, salimos para San Blas, esas islas de las que había escuchado que eran un paraíso...
Al poco tiempo de adentrarnos en la mar empezaron a empeorar las condiciones y las olas se fueron haciendo mas y mas grandes. El velero se movía muchísimo. En la parte de abajo no se podía estar, ya que la sensación de mareo era aún peor. Así que estábamos todos en cubierta, acurrucados como podíamos. Yo me había tomado una pastilla para el mareo que Yuriko me había regalado, pero no hicieron mucho efecto. Después de un tiempo, excepto Giancarlo y Tjeerd estábamos todos con náuseas y vómitos. Yo me sentía muy mal. Estaba sentado en el suelo, al costado del velero, agarrado a la baranda que no llegaba al metro de altura, con lo cual el miedo a caerme era mucho ... Las olas llegaban con facilidad a los cinco metros y hacían que el velero se tambalease mucho, tanto que cada 10 o 15 segundos veía el agua a pocos centímetros de mi cara ! cosa me me mareaba mucho y me daba toda la impresión que tarde o temprano terminaría en el agua, cosa que por suerte no sucedió...
Llegamos a las islas entrada la tarde. Sin duda la alegría de que el trayecto hubiese terminado era muy superior a la de haber llegado a destino ...
Anclamos y al poco tiempo llegaron unos nativos ( los kuna yala ) en canoas y llevaron a algunos chicos hasta la isla en donde vivían, mientras que otros se fueron en la lancha (pinchada, pero se llevaron el inflador). La pareja de holandeses y yo nos quedamos en el velero a la espera de que nos vuelvan a buscar.
Vino uno en una canoa, que tendría unos cinco metros de largo por no mas de medio metro de ancho. Tenía una vela bien rustica pero que funcionaba a la perfección, y así los cuatro llegamos a las isla donde los demás nos esperaban. El trayecto habrá durado unos veinte minutos en los cuales pasamos unas islas muy chicas. Recuerdo que enfrente del velero había una isla en la que se veía solo una casa ...
A no ser por una televisión chiquita y vieja y un celular que ahí había, parecía que hubiésemos retrocedido en el tiempo. Las casas eran todas de madera, con techos hechos con ramas de palmeras, bien entretejidas. Las calles de tierra, los chicos correteando y las mujeres vistiendo trajes típicos, muy coloridos hacían al lugar muy especial. 
Comimos todos juntos en una choza grande.  Nosotros habíamos llevado arroz, y mas el pollo y una salsa que prepararon ellos tuvimos una cena muy digna. 
Por la noche volvimos al velero y tampoco pude dormir ya que además de la incomodidad, los ruidos del barco eran muchos, que era básicamente de madera y crujía mucho ...
Salimos al otro día por la mañana hacia otras islas que no estaban lejos de ahí. El viaje que duró solo unas horas fue muy duro también y hasta me animo a decir que las olas puede que hayan superado los 6 o 7 metros! pero valió la pena y cuanto ! llegamos a un paraíso terrenal si cabe la expresión ! Un conjunto de islas muy pequeñas, en su gran mayoría deshabitadas, en las que solo se veían palmeras y otros tipos de árboles. El mar era precioso, iba de un color azul hasta un turquesa o verde ! Anclamos el velero a unos 100 mts de la isla. Algunos se fueron hasta ésta en la lancha, en cambio Hideo y yo lo hicimos a nado. Dimos un pequeño paseo por la costa y estaba en verdad deshabitada, aunque vimos algo de basura, seguramente arrojada desde los barcos, una pena ! 
Habían muchos cangrejos en la costa, pero al acercarnos, éstos salían disparados a esconderse. Seguimos caminando y fue al volver que de repente me topé con un gato !!! y enseguida me pregunté: que hace un gato en una isla desierta? recuerdo que nos quedamos mirándonos unos segundos y éste se echó a correr hacia ek busque. Me pregunto si lo habrán abandonado o se le habrá escapado a alguien? La cuestión es que no lo volví a ver ...
Junto con Hideo y Tjeerd juntamos algo de leña para hacer una fogata que encendieron apenas atardeció.
Cerca de la fogata montaron un campamento que consistía en una carpa y un par de hamacas. Yo, no se porque carajo (en realidad porque pensé que no había lugar para todos ahí y no quería incomodar a las chicas que se quedarían en la carpa, y no me daba para pedirles que me hagan un lugar ) me volví al velero ... y me arrepentí ... otra noche sin dormir, como mucho dormitaba ...
A todo esto tampoco comíamos mucho, ya que con el estómago revuelto no nos entraba el hambre.
Al otro día por la mañana salimos a recorrer la isla por la costa y llegamos a una playa de ensueño !!! que mar !!! que colores !!! fue un placer nadar en esas aguas ... y cumplir el sueño de estar en una isla en el caribe, en donde no habían mas personas que nosotros ...
Volvimos al barco a eso del mediodía y emprendimos la que sería la última travesía, pero que duraría 36 horas !!! de solo pensarlo, no queríamos empezar!
Apenas salimos nos dijo el capitán que debido a lo largo del viaje nos tendríamos que turnar para manejar! y que lo haríamos en turnos de dos horas cada uno. Yo empecé a manejar a las 4 pm y terminé manejando mucho mas de dos ... 
Me pasaron el timón ya en mar adentro, sin explicarme como usarlo, con mucho viento y unas buenas olas.
Me dijo el capitán: seguí dirección Este y me indicó en la brújula que estaba justo enfrente del timón, entre que puntos debería estar siempre la marca.
Íbamos solo con vela del viento que hacía. Al poco tiempo de ir manejando perdí un poco el rumbo, no lo pude controlar y perdí el viento. El velero se detuvo casi por completo y la sensación de no ver tierra alrededor daba mucho respeto. Dimos una vuelta de 360° para volver a tomar el viento y no va y se parte la vela mayor!!! que ademas de darle velocidad al barco lo estabilizaba, lo que nos faltaba !!! cuando me dijo esto el capitán no sabía que pensar, nos desmoralizamos todos un poco ya que nos faltaba mucho por recorrer y ésto haría al viaje mas largo y duro. Poco a poco le fui agarrando la mano y ya no volví a perder el rumbo, aunque reconozco que por momentos pasé un poco de miedo, mas cuando se hizo de noche y no se veían las olas que eran bastante grandes. Cuando nos agarraban de costado, el barco se movía aún mas ! 
Por la noche por supuesto no dormí, apenas dormitaba ... los días pasaban y yo seguía sin dormir bien ...
Al otro día mas de lo mismo, olas, movimiento, mareos y todavía nos quedaba un día entero ! 
Yo pasé gran parte del tiempo en una cucheta que estaba en la entrada que llevaba a la parte inferior, intentando dormir para no tener que aguantar los mareos.
Llegamos a Colombia por la noche. Anclamos el velero a solo unos metros de la costa. Cuando ya todos nos disponíamos para bajar y por fin tocar tierra firme, el capitán nos dijo que teníamos que pasar la noche en el barco ya que no podíamos permanecer en tierra sin los pasaportes debidamente sellados por aduana !!! No lo podíamos creer. Estábamos tan cerca de dejar de movernos, de poder dormir bien, de no estar mareados y no podíamos acceder a ello ! y como habíamos hablado en alguna oportunidad con Giancarlo: y pensar que iba a ser un viaje de placer ...! ja
El sufrimiento por el mareo había pasado, las olas habían quedado atrás, como los movimientos bruscos y los ruidos incesantes por las noches ... fue una gran aventura, probablemente irrepetible, en todos los sentidos !!!
Al otro día por la mañana la alegría de tocar tierra colombiana fue muy grande ! 
















En nuestra primera parada en las islas de San Blas los lugareños nos pasaron a buscar por donde estaba anclado el velero, y en sus rústicos botes nos llevaron hasta una isla donde cenamos en una choza con los lugareños ...














A falta de ducha ... muy bueno es un "baño" en el mar ...






El caribe y su mar de ensueño ...



El gomón que traíamos estaba ya en la isla, lo habían usado unos compañeros para llegar hasta allá ... Yo en cambio me di el gusto de ir nadando ... ! 



Con Yuriko, Leticia y Giancarlo ...






Fogata en la isla ...



En la choza de los nativos la primer noche. Comimos pollo con arroz ... Estaba bueno. Fue una de las últimas comidas hasta mi llegada a Colombia. No es que no comí mas por falta de hambre ... mi estomago estuvo muy revuelto, como el mar varias veces ...










Éstos fueron mis compañeros de viaje, a mi lado Hideo, una pareja de holandeses, el capitán y su amigo (los dos canadienses de Quebec), cuatro chicas francesas y Yuriko de Japón ...
Un viaje inolvidable ... !!!


No hay comentarios:

Publicar un comentario